KIKA CISTERNAS RIVEROS Artista Visual
Soy tataranieta de Micaela, bisnieta de Adelaida, nieta de Elena e hija de Gladys, por ellas pienso lo que pienso, digo lo que digo y hago las esculturas que hago. Este linaje de mujeres pampinas potentes, enérgicas, sanadoras y empobrecidas que habitaron las oficinas salitreras en el desierto de Atacama a fines del 1800 y mediados del S. XX ha direccionado mi trabajo artístico. Como mujer artista feminista voy sumergiéndome en los distintos tejidos de los arquetipos, los cultos de fertilidad, las diosas, los mitos, leyendas, historias y cuentos que nos constituyen como parte de nuestro inconsciente colectivo y que nos han sido comunes en esta travesía de vivir y construirnos en un planeta que no detiene su movimiento y que va más allá de la consciencia.
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Sincronizo mi alma, con mi memoria, mi historia, mi imaginario con otras historias y otras memorias y se van adosando a mi propia conjugación verbal del crear, imaginar, dibujar, pintar… para luego cortar, ensamblar, modelar, martillear, aserruchar, coser, pegar elementos… hasta dar con la obra de arte en una politicidad de la estética ritual metafórica para comunicarnos desde el corazón hasta sentir la verdad que late dentro de nosotrxs.
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Construyo esculturas con el alma en mis manos, como una forma de construirme a mí misma, dentro de ese laberinto que es la vida misma. Soy básicamente una alfarera sanada por el material. La arcilla, el barro me conecta con lo primario, lo instintivo, lo telúrico y lo primordial.
En estos largos años como alfarera y artista visual, he intentado modelar con barro y otros materiales, formas que representen y me representen buscando salidas orgánicas y políticas a mis propias reflexiones visuales. Esta caminada a ratos es difícil, cuestionadora, solitaria, aunque también es gozosa, toda vez que soy parte de una comunidad de mujeres artistas que entendemos que crear también tiene un aspecto de ofrenda, que el arte es esencialmente político y una herramienta para generar conciencia crítica en las personas. Así voy conjugando mi misión en el arte, ejerciendo ciudadanía cultural desde la estética del corazonar, valorando el ejercicio de la expresión artística, ya que, si desapareciera la sensibilidad de la faz de la tierra, se esfumaría la humanidad entera. Es ahí donde radica la ética y el poder del arte para generar nuevas realidades.
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Discurso dado con ocasión de ser declarada Hija Ilustre de Arica 2012. Palabras de agradecimiento
DE ILUSTRA A ILUSTRISIMOS E ILUSTRISIMAS TODOS LOS PRESENTES
Muy buenas tardes. Agradezco ésta distinción que me hace el municipio de Arica, distinción que recibo primero con asombro, luego con agrado; puesto que es un honor ser nominada como HIJA ILUSTRE DE ARICA, ciudad en la cuál elegí nacer.
He intentado vivir, parafraseando a Eduardo Galeano “con los ojos puestos en la nuca”, participando con los ojos abiertos en el presente y con mi mirada puesta en la memoria ancestral y sentido de pertenencia a una Arica milenaria, llamada por sus antiguos habitantes como Ariacca. Esta mirada de largo alcance hacia atrás me ha permitido reconceptualizar el llamado “ariqueñismo”, cuya mirada en la mayoría de los casos está centrada en la exaltación de hechos bélicos del pasado reciente, reciente porque habitamos una tierra milenaria; por sobre la construcción de una cultura de la paz y la no violencia. En ese sentido mayor es mi lealtad con el antiguo poblado llamado Ariacca, con su riquísimo patrimonio cultural y con las gentes provenientes de distintas y diversas culturas y que conformamos el llamado “ariqueñismo” construido con afán y perseverancia por puro amor a la tierra que nos cobija. Mi ariaccqueñismo, digo bien; es el gentilicio del nombre original de la ciudad Ariacca me hace creer y esperar que los procesos productivos que se realicen consideren el respeto por nuestro patrimonio natural, arqueológico, arquitectónico, así como el respeto por el saber ancestral del pueblo originario de éstas tierras, a saber; el pueblo aymara.
Mi ariaccqueñismo y ésta distinción de Hija Ilustre de la ciudad, me hace comprometerme aún más en su destino. Es por eso que mayor es mi lealtad y agradecimiento hacia mi familia cuyo origen es la pampa salitrera. Desierto y salitre. Explotación y lucha. Organización y Cultura Popular Solidaria. De enganchados del sur al campamento minero. De la crisis del salitre a Iquique. De Iquique a Arica, obligados a emigrar por la persecución de mi padre por la llamada ley maldita, viniendo yo en el vientre de mi madre, en un viaje azaroso que ha de marcar mi existencia.
Mayor es mi lealtad con las personas con necesidades educativas especiales del Centro de Capacitación Laboral, con las cuales trabajo enseñando la cerámica para que puedan ser insertados al mundo laboral. Personas que se encuentran en el último escalón de la base de la pirámide en ésta sociedad competitiva y neoliberalista. Mayor es mi lealtad con el eco-feminismo, cuyo propósito primordial es la eliminación de todo verbo patriarcal como dominar, jerarquizar, someter, competir, agredir, matar, torturar… por verbos matrísticos como amar, respetar, gozar, solidarizar, crear, reír. Mayor es mi lealtad con la creación de una Cultura de la Paz y la No Violencia para mi ciudad y que ha sustentado mi práctica de defensa y promoción de los derechos humanos sean éstos de clase, de etnia o de género.
Por último, mayor es mi lealtad con la cultura en general y en particular con las artes visuales contemporáneas, medio eficaz para expresar ideas, emociones, percepciones, sensaciones y que considera que la belleza es relativa, que cualquier elemento puede ser bello y que el arte no tiene por qué atenerse a criterios estéticos convencionales, preciosistas o burgueses.
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